domingo, 20 de septiembre de 2009

Estilos según temperamento (Wolffin)

La lectura de Wolffin nos da a conocer que el arte depende muchas veces del temperamento de los artistas; la forma, el color, la textura, las lineas, la composición, etc; es por eso que se dice que el "pintor pinta con su sangre" y de esta manera "reconocer su mano", por lo tanto su arte.

Esto se puede notar más si los artistas empeñan lo que hacen en un mismo objeto de la naturaleza; por ejemplo: Botticelli y Lorenzo di Credi, artistas contemporáneos de la misma procedencia, ambos florentinos; la diferencia está en su arte, Botticelli dibuja el cuerpo femenino formal, la linea cobra vivacidad peculiar, todas sus lineas estan cargadas de energía a diferencia de Lorenzo que tiene una inequívoca forma de dibujar el cuerpo, es mucho mas parado, sus modelos son mas convincentes pero no tiene la fuerza impulsiva de los contornos característicos de Botticelli.


Otro ejemplo importante en esa época son los pliegues que constituían una verdadera mina para los psicólogos pues se obtiene una variedad de expresiones individuales fuertemente diferenciadas; así como Botticelli y Lorenzo está también Terborch y Metsu, quienes pintaban más pliegues y ropajes, en ellos también se diferencian sus distintos estilos; Terborch tuvo predilección por el raso, exquisita tela, en cambio Metsu los pliegues los ve como materia grave, con caídas gravitantes, el contorno tiene poca finura, le falta elegancia.


Podemos ver otro ejemplo en donde se trata de paisaje, árboles etc; en este aspecto podemos diferenciar a Hobbema y a Ruysdael, ya no por la manera sino mas bien por lo esencial del sentimiento.
Los árboles de Hobbema tienen un aspecto más ligero, son mas sueltos de contorno y se ven mas luminosos, en cambio Ruysdael usa la línea con peculiar pesadez, conserva juntas y compactas las masas, dificilmente resalta el horizonte, mientras que Hobbema gusta de la línea saltarina y graciosa.
Rubens otro artista realiza esto con mas ondas retorciendo las ramas hacia arriba y son tratadas con copas cerradas, de modo que los otros dos parecen a su lado finísimos siluetistas.


Finalmente llegamos a la conclusión de que el temperamento no hace obras de arte, sino que constituye lo que puede llamarse la parte material del estilo, en el sentido amplio de abarcar también el especial ideal de belleza.

Alessandra Alfaro M.











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