
La escuela de Siena se caracteriza por hacer un arte cortesano, colorista e irreal, con los fondos dorados de tradición bizantina. Ofrece una visión idealizada de la realidad. Es el modelo que más se difundió por Europa.
Duccio fue el fundador de esta escuela pictórica. Sus trabajos, de carácter religioso, se caracterizan por la sensibilidad del dibujo, la habilidad de la composición, la calidad decorativa y una intensidad emocional mayor que la del modelo bizantino por la que estaba fuertemente influenciado. Además intentó superar la bidimensionalidad bizantina.
En los siglos XIII y XIV, la ciudad de Siena competía en el esplendor de su arte con Florencia. Es en esta ciudad en la que Duccio ejecuta su mayor obra y una de las más famosas pinturas italianas: la Maestà de la catedral de Siena.
La Maestà fue pintada por los dos lados: en un lado la Virgen con el Niño y en el otro, escenas de los Evangelios; revela fuertes lazos con la tradición bizantina, pudiendo apreciarse la influencia de Europa Septentrional en las formas graciosas y ondulantes de las figuras.
Simone Martini fue el otro gran maestro de la escuela sienesa, considerado como el artista más puramente gótico de Siena y el único que podía rivalizar con Duccio. Debió formarse en el círculo de Duccio, pero desarrolló de manera muy personal el estilo de su maestro y le añadió un gran interés por los efectos de perspectiva.
Hizo un uso decorativista de la línea y del color, como en las miniaturas francesas del Gótico-Lineal, y fue un creador genial de composiciones delicadas, elegantes y amables, imbuidas de armonía y refinamiento.
Su Madonna con santos y ángeles del gran salón del Palacio Comunal de Siena (1315) es muy característica y muestra esta influencia de la pintura francesa, aunque igual siempre mantuvo lazos con la tradición bizantina
-Claudia Guerra