Según Hesiodo, cuando Cronos, tras mutilar a su padre con la guadaña, lanzó los despojos viriles de Urano al mar, en torno a ellos se concentró una gran cantidad de espuma blanca en cuyo centro nació Afrodita como una perla maravillosa, recostada sobre el nacar irisado de una concha que le sirvió de cuna. Empujada por el soplo de Céfiro, llegó a las costas de Chipre donde fue recibida por las Horas que, maravilladas por su belleza, le pusieron una collar resplandeciente y una corona y la condujeron al Olimpo.
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También en la antiguedad clasica, la concha era la metafora de a vulva de la mujer.
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